El cochinillo asado es mucho más que una receta; es una tradición que hunde sus raíces en el corazón de Castilla. Su historia se remonta siglos atrás, cuando en las tierras frías y austeras del centro peninsular comenzó a gestarse un arte culinario sobrio pero exquisito, basado en la materia prima y la paciencia del horno.

De esa cultura del fuego lento nace el célebre triángulo del asado castellano, formado por Segovia, Arévalo y por supuesto Peñaranda de Bracamonte. Tres regiones unidas por una misma devoción: el cochinillo asado, cocinado lentamente en hornos de leña, con apenas sal, agua y tiempo como aliados.

En Peñaranda de Bracamonte, esta herencia ha echado raíces profundas. No solo conservamos el legado del asado tradicional, sino que lo vivimos a diario, con la misma sencillez y rigor de antaño. En nuestra cocina, el cochinillo se convierte en protagonista sin necesidad de artificios: buen producto y el conocimiento transmitido durante generaciones. Un equilibrio perfecto entre historia, técnica y sabor que define quiénes somos y cómo entendemos la mesa castellana.